Una caja pequeña y llena de gritos

El hombre soñó con un recuerdo: un patio lleno de hierbajos entre los intersticios de las losetas rojas. Allí un niño se divertía impidiendo que un pollito amarillo siguiera a mamá gallina; lo dejaba correr un poco y luego le cerraba el paso con el pie. Volvía a abrir el paso, volvía a cerrarlo. Se cansaba del juego y cubría al pollito con un tazón de jabón de loza vacío. Se divertía viendo al tazón avanzar solo. Un tazón fantasma, decía y reía poseso. Cuando se cansaba del fantasma, miraba a todos lados para asegurarse de estar solo. Luego se acercaba a un paso del tazón y levantaba el pie.